Bienvenidos a este espacio creado sin más pretensión que cumplir la función de nexo para descubrir si entre tantas ramas de un árbol compartimos un décimo tercer o sexto tio-abuelo mientras develamos el intrincado mundo de relaciones, entronques y parentescos de estos personajes, contando anécdotas que los desalmidone y así tener una mayor comprensión de sus grandezas, glorias, miserias y derrotas de cada uno, revelando claves insospechadas para la comprensión del proceso histórico.
lunes, 15 de junio de 2015
"Nosotros, los Muy Fieles!"
Acuarela de José Manuel Besnes e Irigoyen (1778-1865), vista de la estancia "Azotea de Arrúe".
Con que criterio se habrán manejado los comisionados para calificar a aquellos propietarios de “Malos Europeos, Peores Americanos” cuyos campos debían ser confiscados y repartidos entre “los patriotas” que lo solicitasen?. Aquí nace un problema histórico que sufre opiniones muy encontradas, porque que en definitiva, el Reglamento ordenaba lo que Artigas quiso que ordenase: que todos los campos “enemigos”, debían ser “confiscados”, con las limitaciones que el propio Reglamento determinaba en otros artículos.
Cuando comúnmente se lee el término confiscación denominando el método empleado para hacerse de esas tierras, el mismo no se ajusta a la acción que se ejecutó, ya que los bienes no fueron aplicados al fisco, sino al patrimonio de personas que pasaron a ocuparlas sin ningún título legítimo, mucho menos se podría hablar de expropiación ya que no hubo indemnización, por lo cual el término que mejor le cabe es el de despojo, esto es, privación violenta de lo que alguien goza y tiene.
La documentación no siempre es totalmente clara ni explícita, pero sí, lo suficiente para ofrecer una caracterización de algunos de los hacendados que fueron despojados de sus campos.
a)- Campos “confiscados” y repartidos: pertenecientes a herederos de la Casa Viana-Achucarro –en sus descendientes: de Vargas; de Soria y Viana; Soria Gowland; Dávila Guzmán y Viana; Ordóñez y Viana; Wich y Juanicó, entre otros. Herederos de la Casa de Arrúe, de José Antonio Arrúe de Ipenza –(en sus descendientes: Arrúe López de Castilla; Arrúe Laguna; Arrúe Escalante; Pereda Arrúe; García Arrúe; García-Calvo; Arrúe Areta; Areta Arrúe; Arrúe Gowland, entre tantísimos otros); Francisco Albín; Pedro Manuel García; Melchor de Albín; Joaquín de Chopitea; Miguel de Azcuénaga; Bernabé Alcorta; Juan de Arce y Sayago –(Padre de Santiago Sayago); Herederos del Capitán de Milicias y rico hacendado, don Fernando Martínez Alonso de la Peña,-(Abuelo de León de Pereda Martínez, marido de Casiana Arrúe López de Castilla, de Diego Julián Martínez, casado con Edelmira Areta Arrúe, y de Fernando y Francisco Martínez, ambos casados con sus primas hermanas, Lucía y Cecilia de Álzaga Martínez –hijas del partidario realista Cecilio de Álzaga Carrera, este último hermano de Félix de Álzaga, otro de los afectados); José Ramón Milá de la Roca; Juan Bautista Dargain; Miguel Díaz Vélez; Herederos de Cabral y Melo; Manuel Rollano; Herederos del Capitán de mar y guerra José de Villanueva Pico; Juan Antonio Bustillos; Juan Francisco Blanco; Herederos de Bertolina Albín; Congregación de las Niñas Huérfanas de Buenos Aires.
b)- Campos realengos repartidos: Parte Sur del Rincón de Rosario; Rincón de José Ignacio.
c)- “Campos confiscados”, detenidos expresamente para el Estado como fuente de ganados y comercialización de cueros. Este fue un rubro puramente provisorio y fue cumplido por casi todos los grandes fundos en su primera etapa, (la documentación demuestra que tal fue la suerte de los campos de Francisco Albín, Miguel de Azcuénaga, y de Manuel Rollano, luego repartidos). Por lo cual se incluye en este rubro, aquellos que según la documentación conocida estaban en esa condición al empezar la invasión portuguesa. Campos pertenecientes al poderoso comerciante José Ramírez Pérez, Joaquín Núñez, los bienes intestados de Miguel Zamora, y los pertenecientes a los hermanos, Alonso, Carlos y Francisco Peláez Villademoros.
d)- Campos pertenecientes para el sostén permanente de las Caballadas del Ejército: Parte norte del Rincón del Rosario; Rincón del Cerro (Montevideo), confiscado al recientísimo propietario Francisco Javier de Viana, y el Rincón o potrero de Pan de Azúcar (Maldonado), detentado por los herederos de Villanueva Pico.
e)- Campos que estando comprendidos entre los que el Reglamento mandaba a confiscar, se poseen pruebas incompletas de su confiscación y en algunos de sus repartos: Perteneciente a Benito Chaín, Cristóbal Salvañach, José Fontecely, Juan Barreiro y Bustillo y su socio Francisco Escalada, Francisco González y Mateo Magariños.
f)- Campos que el Reglamento “confiscaba” expresamente por ser pertenecientes a notorios enemigos del régimen, pero de los cuales no se ha hallado aún documentación probatoria de haber sido formalmente confiscados y repartidos. De ellos, se sabe sin embargo, que en la época de aplicación del Reglamento se cubrieron de grandes masas de patriotas, desalojados posteriormente en la época cisplatina, y en el período del Uruguay independiente. Estos campos son los pertenecientes a:
Felipe Contucci -(marido de la célebre dama patricia María Josefa Oribe y Viana, y padre de Agustina Contucci y Oribe, 2.º Primera Dama del Estado Oriental del Uruguay, al casar con su tío carnal materno, el Brig. Gral. Manuel Oribe y Viana, 2do Presidente Constitucional de Uruguay entre 1835 y 1838 y Fundador del Partido Blanco); Hermanos Sáenz; José de Inchaurbe, Manuel Solsona (Rincón del Río de la Plata y Santa Lucía), Diego González, Pedro de Anzoátegui, Manuel Larravide, Martín Rodríguez; Bernardino Rivadavia; Joaquín Laguna, los hermanos Félix y José Más de Ayala, estanciero, juez y comisionado, -cuñado del Gral. Julián Laguna Delgado-Melilla-, y tío político del connotado caudillo blanco que peleara en las guerras por la Independencia, Juan Bernardino Arrúe López de Castilla, siendo Coronel, Defensor de los Pobres, -(similar a lo que hoy conocemos como Defensor de Oficio)-, y 1er Jefe Político y de Policía del Durazno, localidad convertida en un hervidero de poseedores y donatarios artiguistas, donde tuvo que desplegar todo su poderío para salvar su peculio y el de sus hermanas, María de los Ángeles, Juana María, Casiana y Celestina Arrúe López de Castilla -(esta última ascendente del ex Presidente, Luis Alberto Lacalle de Herrera)-. Quedando asentado en el "Archivo Artigas", que valiéndose de la jerarquía de la cual gozaban y con un orgullo casi borbónico, la Casa de Arrúe se enfrentó con indómito valor a los intrusos, recuperando el patrimonio que por derecho les pertenecía y del cual Artigas los había despojado.
Revisión de un caudillo "desmemoriado", por no decir resetido o mal agradecido.
Nuestro ancestro, don José Antonio Arrúe de Ipenza, fundador del linaje en estas tierras, era un vasco hidalgo, (de los que pisaron este suelo portando sus certificaciones de limpieza de sangre, con una prolija y documentada información de su nobleza, ya que era lo que se estilaba entonces entre la gente de su condición, donde demostraba su filiación de hidalguía legítimamente aprobada y conformada según la disposición de los fueros, -no como la de tantos otros que la conseguieron luego de haber hecho fortuna acá para poder acceder a cargos importantes y las cuales eran de dudosa legitimidad".
Aquí fue estanciero en el Paso del Durazno, estancia situada en la hoy localidad de Santa Bernardina, entre los arroyos Villasboas y Texera, desde sus nacientes hasta sus desagües en el Yí, tierras que comprendían casi 60.000 mil hectáreas, las cuales fueron compradas legitimamente como certifican los historiadores, no cedidas por la corona. También se desempeñó como Comandante de Milicias de Caballería y Alcalde Ordinario.
Su fidelidad a la Corona le valió a este vasco realista ser catalogado por Artigas como "UN MAL EUROPEO, PEOR AMERICANO", lo que conllevó al despojo de sus tierras por parte del caudillo, ese mismo que en el año 1804, cuando tan solo era un soldado del cuerpo de Blandengues, solicitó ayuda al Gobernador de Montevideo para hacer frente contra las avanzadas de los portugueses que estaban aliados con los charrúas y minuanes en el norte de la Banda Oriental, haciendo de ello una situación insostenible por los desmanes que cometían. En esa oportunidad, la persona que acude en su auxilio, es la misma a la que años más tarde despojaría de sus bienes, nuestro ancestro, el citado José Antonio Arrúe, por ese entonces, Comandante Interino del "Escuadrón del Río Negro y Yí". No conforme con el despojo de sus tierras, Artigas dispuso que nuestro anciano ancestro marchara prisionero a Purificación, medida que fue revertida y no se llegó a cumplir gracias a la intermediación del siempre bien recordado Joaquín Suárez. Pero ese no fue el único hecho histórico que involucró a la Casa de Arrúe con el futuro caudillo de los Orientales. A fines de 1812, Artigas ocupó la amplia "Azotea de Arrúe" o "Mirador Rosado" como también se la conoció, que, como verdadera atalaya, se encontraba en la margen derecha del Yi y junto al paso mismo. Siendo escenario de dos importantes sucesos: el primero, la "Precisión del Yí" en la cual "el Caudillo enjuicia con severidad la conducta de Buenos Aires y su representante, Sarratea, por todos los agravios e injusticias cometidos hacia su persona, y, especialmente, hacia el pueblo oriental. El segundo aconteció el 8 de enero de 1813, cuando estando aún alojados en ella, se lleva a cabo el "Pacto del Yi", firma entre el Gral. José Gervasio Artigas y los delegados del citado presidente del Triunvirato, Manuel de Sarratea, en la cual, tras idas y vueltas se le designa al Gral. Artigas como Jefe de todas las fuerzas de la campaña oriental; y las tropas porteñas tendrían el carácter de “auxiliadoras”; derivando de la misma que el 21 de febrero próximo se produzca la renuencia de Sarratea por el descontento de los demás jefes, siendo sustituido por el Gral. José Rondeau, mismo día en que los orientales se sumarían a la línea sitiadora.
g)- Campos que comprendido en el inciso anterior no fueron confiscados por mediación de influencias, ventas simuladas, por la aplicación de las excepciones que prescribía el Reglamento y otras causales. Pertenecientes a Xavier Echenique, Luis A. Gutiérrez, Juan Francisco Martínez, Miguel Aparicio.
h)- Campos cuyos propietarios perdieron sus derechos a favor de los poseedores que a títulos de simple ocupantes o como medianeros, arrendatarios, etc., o estaban sobre sus tierras. Campos en litigio entre los vecinos de Melo y la Casa Viana Achucarro, la Casa Arrúe, trenzada en pleitos en Paso del Durazno para recuperar el resto de sus tierras. En Canelones, Félix de Álzaga, en una lucha jurídica con mil vecinos que amenazaban con armar otra revolución en caso de ser desalojados. Otros campos en litigio fueron los de don José de Uriarte, contra una gran cantidad de vecinos de Rocha, los de la casa Alzáybar Solsona, contra sus arrendatarios y poseedores de los campos de San José, y actual departamento de Flores.
Si la revolución de Mayo fue casi una farsa de salón, la Revolución de Don José Artigas, fue (o quiso ser) de verdad, por lo menos más de verdad que la de la otra orilla. Pero Artigas no tenía una varita mágica para solucionar los problemas de sus seguidores y debió recurrir al arbitrio de clasificar a las personas en buenos americanos por un lado, y “Malos europeos y Peores americanos”, por el otro, para satisfacer con el botín de guerra los premios que cualquier guerrero espera de su jefe. Se comprende que el buen D. José no haya encontrado otra solución política que la de su famoso “Reglamento de Tierras del año 15”, pero no se diga que hubo “reforma agraria” o “revolución social”, porque no las hubo. Hubo apropiación de un botín para financiar la guerra y, de paso, para complacer a los partidarios. Visto está que a conspicuos terratenientes, tan ricos o más que los nombrados, de la talla de García de Zúñiga, Suárez de Rondelo, Durán, Márquez, o los otros Artigas, nunca fueron molestados, debido a que estos eran “buenos americanos” por plegarse a la revolución.
Bibliografía:
“El Libro de los Linajes”, Ricardo Goldaracena
“Bases económicas de la revolución artiguista”, José Pedro Barrán, Benjamín Nahum
"Españoles en Durazno" e "Historia de Durazno", Óscar Padrón Favre
“Artigas, tierra y revolución” N. de la Torre, Julio C. Rodríguez y Lucía Sala de Touron
“Raíces Coloniales de la Revolución Oriental de 1811” Juan E. Pivel Devoto
Páginas webs consultadas:
www.artigas.org.uy
www.minterior.gub.uy
miguelnossar.blogspot.com
http://coleccionesdigitales.bibna.gub.uy/
Recopilación y armado:
Diego Castro Arrúe
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